domingo, 5 de julio de 2009

Coltan, el corazón de las tinieblas





Un ataúd pequeño como el cuerpo que lleva dentro se hunde en la fosa cavada en el suelo húmedo de la selva. Djemimana, la niña en su interior, no llegó a cumplir el año de vida. Murió de hambre en los brazos de su madre, infestada de moscas y gusanos. Sus manitos sostenían el dedo mayor de la mano derecha de la mujer. Su rostro inocente nunca supo de sonrisas. Sus dientes no terminaron de salir a la vez que sus encías poco supieron de alimentos.

La tumba Djemimana, la menor de cinco hermanos - fallecidos semanas atrás en plena travesía hacia una libertad que en Congo… no existe - yace en medio de la selva apenas marcada por una cáscara de banana. En cuestión de horas su madre morirá víctima de los golpes y las heridas provocadas por la vejación propinada por una decena de guerrilleros. Sí, en el Congo las violaciones a mujeres incluso embarazadas es cosa de todos los días.

En Goma, ciudad ubicada al este de la República Democrática del Congo, la guerra de guerrillas, los explotadores de recursos naturales, el tráfico y la selva no dejan que nadie le escape a la muerte. Veintitrés grupos armados en su lucha por los tesoros del suelo congoleño han provocado una marea de desplazados y refugiados como pocas en la historia de África. Y para colmo de males, las tropas del ejército nacional, sin servicios y mal pagas, no hacen más que convertirse en los lugartenientes del caos sobre el caos, explotando a las poblaciones y generando un estado de dramatismo total.

A finales de octubre, Laurent Nkunda, general rebelde de la tribu de los tutsi, se puso al mando de seis mil hombres y atacó a las tropas regulares congoleñas en la provincia de Kivu Norte, protegido por la ubicación estratégica del territorio que se encuentra en los límites con Ruanda y Uganda, buenas vías de escape en caso de perder. Se arrasaron aldeas, se violaron a miles de mujeres como Oliva, se mataron a miles de niños como Djemimana, se sembró muerte sobre muerte sobre muerte. Todo frente a los ojos de la MONUC, el mayor ejército que las Naciones Unidas a desplegado en el mundo, con más de diecisiete mil efectivos, diecisiete mil que no hacen más que pedir tregua mientras sus rostros son salpicados con la sangre de los inocentes, diecisiete mil espectadores de lujo de una de las peores tragedias de la historia. Y ellos, con sus armas enfundadas rechinando los dientes.

“Debemos defender con nuestras vidas los derechos de los tutsi que viven en la República Democrática del Congo y combatir a los rebeldes hutus para no perecer” dice enarbolando una bandera, Laurent Nkunda, mientras sus ojos se iluminan con el poder que podría otorgarle el coltán.

Oliva tiene siete años. Sus piernas son tan delgadas que apenas sostienen a su cuerpo de abdomen hinchado y costillas al viento. Mientras toma dos trozos de coltán para ponerlos en una bolsa mira a un efectivo del MONUC y este agacha la cabeza. Oliva no sueña. Oliva no sabe de juegos de niños. Oliva no tiene padres, ellos murieron en combate. Oliva morirá sin saber que aquello entre sus manos es el mineral del futuro del cual el Congo posee el 80% de la reserva mundial, vital para los misiles balísticos que matan a su pueblo y a otros, para los videojuegos de los niños de occidente, para los celulares que llevan y traen saludos y abrazos y besos virtuales, para las computadoras y los aparatos de diagnósticos médicos… y es que Oliva no conoce nada de eso. Es una niña sin sonrisas ni lágrimas, con mucha hambre y dolor. Seguramente su tumba será marcada con una cáscara de banana junto al cadáver de la indiferencia, esa indiferencia que nos aleja de ellos por temor a sufrirlos, por simple lejanía, porque somos humanos y como tales cuidamos el culo que nos corresponde y más nada.

4 comentarios:

  1. Muy buena la nota. Te felicito amigo. Si querés mezclar la literatura con el periodismo me animo a decirte que ya lo lograste.

    abrazo!!
    nelson

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  2. Ponerle nombres a los muertos y a los que ya lo están aunque sigan moviéndose los acerca a la realidad. Hace que imagines sus caras y su dolor.

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  3. Tenés un estilo muy particular, que mezcla esa manera de escribir tan de los "escritores" con noticias que llegan a lo profundo del alma. Una combinación muy efectiva. Lástima que escribas tan lindo sobre cosas tan feas.
    Un placer leerte, como siempre. Y más placer aún contarte entre mis amigos. Virtual por ahora pero amigo al fin. Y no uso esa palabra para designar a mucha gente, la verdad.
    Un abrazo y a seguir que vamos muy bien!

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  4. me acabo de quedar sin palabras y con un nudo en la garganta.
    ¡Qué poco sabemos del mundo que nos rodea!¡Qué poco sabemos de los sitios que son lejanos!

    Felicidades por tu blog, tus noticias cargadas de historias y por ser un gran escritor.
    Referente a esta entrada, te recomiendo el libro de A.Vázque-Figueroa, "Coltan"

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